La literatura especializada señala que la desinformación y la información no verdadera constituye la más grave vulneración del derecho a la información. Incurriendo en ambas conductas el rechazo ha venido instalando un cerco comunicacional en torno a la nueva Constitución: ha conseguido con sus tergiversaciones y mentiras que un texto de gran alcance desde el punto de vista de las materias, valores e intereses que regula, sea evaluado y comprendido a partir de un conjunto muy menor de sus normas. La campaña del rechazo ha logrado hasta ahora que, de sus 388 artículos y numerosas disposiciones transitorias, solo se debata una mínima parte, aquella que ella determinó al diseñar su “feroz campaña comunicacional”.
La Constitución es un texto pluriclasista que recoge un haz de valores e intereses, que representa la diversidad de Chile. La campaña del rechazo ha buscado transformar la regulación constitucional de esa diversidad en una amenaza a una unidad y una chilenidad ficticia, porque es falso que seamos un país de iguales y que exista un solo Chile que la nueva Constitución pone en peligro.
Pero no sólo ha recurrido a tergiversaciones y mentiras, a confundir a la opinión pública, también ha hecho algo mucho más potente, ha instalado los ejes de la discusión. Estos ejes han operado como un somnífero que ha dormido al “pueblo despierto”, y también como un distractor de quienes agitaron las banderas que denunciaban las injusticias del régimen constitucional impuesto por la dictadura y por los políticos y constitucionalistas afectados por el síndrome de Estocolmo.
Las mentiras y tergiversaciones se repiten como un auténtico mantra, operación que ha tenido como efecto favorable para el rechazo, el que los promotores y defensores del apruebo se han concentrado en desmentir, es decir, en hablar de lo que el rechazo decidió que se hablara al diseñar su estrategia comunicacional. La mentira tiene entonces un efecto no destacado hasta ahora: ha puesto un cerco, ha limitado la discusión a una parte mínima de la nueva Constitución. Y esa parte mínima es la que ha generado opinión pública en torno al apruebo/rechazo. Se trata de una magistral campaña comunicacional.
Sin embargo, dicha campaña no contó con el interés de la población por leer el proyecto de nueva Constitución. Este interés es el ingrediente social necesario para romper el cerco comunicacional instalado por el rechazo. Esta curiosidad, señal de una alta politización popular, genera un tiempo más que suficiente para horadar el “cerco comunicacional”.
Las personas que han leído el texto constitucional que se plebiscitará el 4 de septiembre ya han constatado que la nueva Constitución no dice lo que sostiene el rechazo, ahora necesitan conversar, compartir, reflexionar, las amplias y diversas materias que regula la Constitución. Hay una necesidad y corresponde al Apruebo satisfacerla, si lo logra, romperá el cerco comunicacional instalado por el rechazo.
Los promotores y defensores del Apruebo deben dar a conocer la operación comunicacional del Rechazo, denunciarla como una campaña de desinformación cuyo propósito es generar una visión errada del verdadero alcance del texto. Precisando que no sólo han perseguido instalar afirmaciones antojadizas, sino, y este es la dimensión política más relevante, ocultar las muy numerosas e importantes materias que regula la nueva Constitución, muchas de las cuales se regulan por primera vez.
El Apruebo debe destacar que la Constitución regula un conjunto muy relevante de materias y que esas materias han pasado desapercibidas, han sido omitidas como consecuencia de una campaña del rechazo que presenta una visión muy limitada, por ende pobre, de la nueva Constitución. Debe instalar un relato que de noticia a la comunidad, a ese pueblo que despertó, como es que la nueva normativa constitucional se hace cargo de las demandas que se vocearon en la calles por distintos sectores.
El Apruebo debe tomar la palabra para describir a la Constitución en toda su riqueza. No debe dejarse arrastrar por cierto periodismo que insiste una y otra vez, majaderamente, en los temas que el rechazo instaló como cebo para confundir al pueblo, así como para limitar la información disponible sobre el texto.
¡El Apruebo debe romper premeditadamente el cerco comunicacional y hacer uso de la palabra para informar sobre lo no contado, que es mucho, y demasiado importante!