El discurso y la palabra de la derecha está en crisis. Hoy escupe lo que ayer glorificó y recurre a las peores prácticas para descalificar un mecanismo (los 2/3) que ella exigió y promovió como garantía y contribución a la legitimidad del proyecto de texto constitucional que aprobaría la Convención: su palabra y su discurso vale muy poco en esta trascendente coyuntura.

 

En relación con la formación de voluntad de la Convención Constitucional, hubo una muy importante confrontación política respecto de la legitimidad de la regla contra mayoritaria de los 2/3. Algunos de nosotros defendimos la tesis según la cual esta regla debía ser reemplazada pues tenía un origen antidemocrático vinculado a la democracia protegida promovida por Pinochet y los civiles que lo apoyaban. Desde la derecha oficialista, así como en el discurso de algunos connotados profesionales, se defendió esta regla porque tan alto quorum garantizaba que la Constitución nos representaba a todos.

Se señaló en dicho sentido: “No debemos mirar a la regla de los dos tercios como una desventaja o aspecto negativo del proceso constituyente, sino más bien como una oportunidad para que las distintas fuerzas políticas sean capaces de lograr buenos acuerdos constitucionales” (Rivera, noviembre de 2020, https://www.diarioconstitucional.cl/articulos/en-defensa-de-los-dos-tercios/). Idea que desplegó también el diputado Alessandri de la UDI: “Al tener 2/3 obliga a las fuerzas políticas a hacer una Constitución neutra políticamente y que te obliga a llegar a acuerdos” (https://www.cnnchile.com/lodijeronencnn/alessandri-defiende-2-3-constitucion-neutra_20201116/).

Fuad Chahín y Matías Walker señalaban también, en noviembre de 2020, que: “Un quórum de 2/3 en la Convención es lo que se votó en el Apruebo para que la Constitución nos represente a todos” (https://www.latercera.com/politica/noticia/proyecto-de-vallejo-para-que-convencion-modifique-quorum-genera-criticas/RYEH62W7LVEV3APN3QT2RTH2RQ/). Felipe Harboe sostuvo: “Nos vamos a sentar sin derecho a veto y vamos a tener que lograr 2/3, porque la Constitución es la jefa de las leyes y como tal, tiene que tener vocación de estabilidad en el tiempo y no puede ser que una mayoría circunstancial, del 50% más uno, la cambie” (https://www.cnnchile.com/lodijeronencnn/felipe-harboe-defiende-dos-tercios-convencion-constitucional_20201117/).

Aprobada por la Convención la aplicación de la regla a propósito de su Reglamento de votación, el convencional Cristián Monckeberg de RN celebró la ratificación: “Es un paso importante, pero ahora viene el gran desafío: lograr los acuerdos que nos pide la gente, hacer los cambios urgentes que requiere el país y construir una casa común» (septiembre de 2021, https://www.efe.com/efe/america/politica/las-normas-de-la-nueva-constitucion-chile-se-aprobaran-con-una-mayoria-dos-tercios/20000035-4641150).

También se dijo que, a la luz de los resultados electorales, la exigencia de los 2/3 “ya no se presenta como el temido veto, sino como una valla que afecta a todos por igual. Como ninguna fuerza política tiene aisladamente el control sobre un tercio de los convencionales, existe un evidente incentivo a negociar: la fuerza política que se atrinchere corre el riesgo de quedar aislada del acuerdo constitucional. Esto debieran sentirlo con particular intensidad los extremos” (Aninat y Correa, mayo de 2021).

Como sabemos, la derecha, y alguno de sus satélites circunstanciales, impusieron finalmente su esperada garantía de que lo aprobado contaría con un alto quórum y, por ende, sería representativo de una muy importante mayoría. Sería además el fruto de complejas negociaciones dado que ningún grupo contaba por sí solo con el mecanismo del veto, y menos todavía con los votos para alcanzar los dos tercios: era difícil lograr tal unanimidad y dicha dificultad se valoró como una garantía.

¿Qué ha venido pasando con la regla? Ha venido operando con las dificultades esperables y ha generado una práctica de la negociación y el acuerdo que al momento de escribir esta columna ha generado ya más de 165 artículos aprobados. Se produjo el fenómeno virtuoso que la derecha defendió por meses: los dos tercios han obligado a buscar acuerdos a grupos muy disimiles que han sido capaces de generar normas que representan a esa súper mayoría que la derecha defendió porque era garantía de que la Constitución seria representativa.

Hoy, sin embargo, aprovechando la falta de memoria del pasado inmediato, la misma derecha que defendió el mecanismo de aprobación por 2/3 tercios como la garantía de la construcción de la casa de todos, descalifica los acuerdos alcanzados, muchos de los cuales, de hecho un muy importante número, han contado incluso con más de los 103 votos requeridos.

Las y los convencionales de derecha se han ocupado de orquestar una campaña de desprestigio en vez de buscar caminos para generar confianza entre los diversos grupos: ella cuenta con el mayor número de convencionales y ha sido incapaz de hacer un uso político de esa mayoría para alcanzar sus fines. Otros grupos, facciones y partidos, no obstante su menor número, han sido eficientes en gestionar los intereses y valores que representan en la Convención y que corresponden a grupos sociales carentes de poder económico y político.

La derecha ha tenido un desempeño político lamentable: se ha victimizado, ha recurrido a las peores prácticas políticas poniendo en evidencia su frustración ante los acuerdos alcanzados por fuerzas que eran adversarias políticas antes del 4 de junio de 2021. Siendo ella la facción mayoritaria, ha estado representada por liderazgos que han mostrado su absoluta incapacidad para construir un proyecto de mayoría. Hay en este sentido una clara correlación entre su fallida apuesta presidencial y su conducta en la Convención: defendieron antes del 4 de junio de 2021 una regla que obligaba a pactar, y a partir del 4 desplegaron una acción política destinada a hacer fracasar cualquier posibilidad de acuerdo. Erraron en la apuesta porque su candidato presidencial logró unir a una oposición que estaba abiertamente en pugna, mientras ellos, evidenciando la ceguera de sus lideres y lideresas, hacían lo propio al interior de la Convención.

Dado que ya más de 165 normas constitucionales han sido aprobadas con el mecanismo de los 2/3, fórmula que la derecha elevó a la categoría de garantía de transversalidad y representatividad del texto constitucional, el nuevo discurso de la derecha, que recurre incluso a la mentira (según el cual “la Constitución no representa a nadie”), sólo daña su propia credibilidad.

El discurso y la palabra de la derecha está en crisis. Hoy escupe lo que ayer glorificó y recurre a las peores prácticas para descalificar un mecanismo que ella exigió y promovió como garantía y contribución a la legitimidad del proyecto de texto constitucional que aprobaría la Convención: su palabra y su discurso vale muy poco en esta trascendente coyuntura.